Una desvinculación más humana es posible y necesaria
Aunque nunca es una tarea sencilla, hay maneras de atravesar este proceso con empatía, responsabilidad y visión a largo plazo. Una de ellas es brindar un servicio de outplacement, una estrategia que no solo apoya a los colaboradores en transición, sino que también protege la reputación de la empresa y refuerza su compromiso con el bienestar de las personas.
Implementar un programa de outplacement va más allá de ofrecer una despedida formal. Significa proporcionar acompañamiento real en uno de los momentos más sensibles de la carrera profesional de cualquier persona.
Por medio de este servicio, los colaboradores acceden a herramientas concretas para reinsertarse en el mercado laboral, como asesoría personalizada para la elaboración de su hoja de vida, optimización de su perfil en redes profesionales, preparación para entrevistas, técnicas de negociación y fortalecimiento de su marca personal.
Pero también se les brinda espacio para procesar la salida, recuperar la confianza y redescubrir su potencial. El uso de herramientas de evaluación especializadas es la clave para orientar todo el proceso con información relevante y profunda.
Cada historia profesional es distinta, y por eso el outplacement debe ser flexible. Algunos colaboradores querrán continuar en su mismo sector, mientras que otros podrían verse motivados a emprender o incluso a reinventarse completamente a través de nuevos estudios o capacitaciones.
En ese sentido, el acompañamiento debe adaptarse a sus necesidades individuales. Lo importante es que sepan que no están solos y que cuentan con el respaldo de un equipo que cree en su futuro y los respalda.
Los datos lo confirman: quienes acceden a programas de outplacement suelen encontrar empleo en la mitad del tiempo que quienes lo hacen sin acompañamiento. Esto se debe, en parte, a que muchos de estos programas incluyen coaching profesional individualizado, una de las herramientas más efectivas en estos procesos.
Además del aspecto técnico, este apoyo ofrece un espacio emocional seguro para gestionar la incertidumbre, la frustración o el temor que puede generar la desvinculación. El acompañamiento emocional es tan relevante como el técnico, y ambos deben ir de la mano.
La manera en que una empresa comunica un proceso de salida también marca la diferencia. Es fundamental que la información se transmita con claridad, respeto y coherencia.
Explicar el porqué de la decisión, qué implicaciones tiene para la persona afectada y qué apoyos estarán disponibles ayuda a mantener la confianza en la organización, incluso en un momento difícil. Esta comunicación debe mantenerse activa y transparente antes, durante y después de la desvinculación.
Además, no hay que olvidar a quienes se quedan. Después de una reestructuración, el equipo que permanece suele enfrentar nuevas responsabilidades, una mayor carga emocional y la necesidad de adaptarse rápidamente a una nueva dinámica de trabajo. En este contexto, el outplacement también cumple un rol indirecto pero clave: al mostrar que la empresa actúa con responsabilidad frente a los que se van, se fortalece la moral de los que continúan.
Complementar el proceso con programas de gestión del cambio, liderazgo resiliente y desarrollo de habilidades puede ser clave para asegurar una transición saludable a nivel organizacional.
Elegir un proveedor de outplacement adecuado también es parte fundamental del proceso. No solo se trata de contar con experiencia técnica, sino de encontrar un socio estratégico que comprenda la cultura de la empresa, tenga cobertura regional si es necesario, y ofrezca una atención personalizada que combine tecnología avanzada y cercanía humana.
Los programas más efectivos incluyen recursos digitales como simuladores de entrevistas, inteligencia artificial para la búsqueda de empleo, acceso a plataformas de capacitación y una red sólida de contactos laborales. Este es el caso de Manpower, que cuenta con la plataforma Next.
Además, es importante que el proveedor cuente con coaches certificados, experiencia comprobable en distintos niveles profesionales y metodologías adaptables.
También se recomienda medir la eficacia del programa mediante indicadores como la tasa de recolocación, la duración promedio del proceso y el nivel de satisfacción de los participantes.
En definitiva, el outplacement ya no es un lujo ni una opción opcional. Es una estrategia ética y necesaria para las organizaciones que valoran a las personas como su mayor activo.
Implementar un plan de transición laboral no solo beneficia a quienes dejan la compañía, sino que también fortalece la cultura interna, genera confianza entre los equipos y proyecta una imagen empresarial sólida hacia el mercado.
En Manpower Ecuador creemos en una forma de liderar que pone a las personas en el centro. Por eso, impulsamos programas de outplacement que combinan tecnología, empatía y experiencia, para que cada proceso de cambio sea también una oportunidad de crecimiento.